sam haskins
Estos días he tenido la oportunidad de ojear el maravilloso libro de Sam Haskins, cowboy Kate and other stories y me gustó tanto que mientras lo veia no paraba de pensar en el post que haría.
El nombre quizás no es inmediatamente reconocible porque, a diferencia de sus contemporáneos, Haskins no creó su carrera bajo el ala protectora de “Vogue” o “Harper’s Bazaar”, sino con plena independencia, fotografiando lo que le daba la gana como le daba la gana, a menudo con escasos presupuestos y modelos no profesionales.
Sus primeros calendarios fueron rechazados a comienzos de la década del 50 por las editoriales británicas, que consideraron sus imágenes demasiado arriesgadas, demasiado atrevidas y, más importante aún, poco atractivas para un mercado todavía atado al conservantismo de esa época. Haskins decidió entonces publicarlos él mismo, y su enorme éxito no sólo fue una revancha –y un augurio sobre lo que traerían la década siguiente–, sino también la puerta de entrada a más de 50 años de constante y aplaudido trabajo.
Su primer libro, “Five Girls”, de 1962, es todavía considerado como uno de los más influyentes en la fotografía de moda del siglo XX. Curiosamente, no es exactamente un libro dedicado a la moda, sino al espíritu de los ’60, encarnado en un puñado de atractivas e inocentes jovencitas para las que su sexualidad parece ser sólo un juego. Algo similar sucede con “Cowboy Kate”, publicado dos años después, donde una modelo no profesional inspira a Haskins a explorar los mitos norteamericanos con toda su libertad, sensualidad e ingenuidad. (Manuel Santelices)
Circula por ahí un comentario de Haskins que me ha hecho mucha gracia. Parece ser que lo habían invitado a una cena y la organizadora le dijo, que bonitas fotos hace usted, debe tener una cámara estupenda. Cuando se iba de la cena, le dijo, muy buena la cena, debe usted tener una estupenda cocina!
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